AMADOS HERMANOS
Reciban saludos en el nombre de nuestro Señor Jesucristo.
Doy gracias a Dios porque me ha permitido estudiar cinco años en casa; ha sido una gran bendición para mí y para mi familia el haber podido estar apartada para Él y guardada de la corrupción de este mundo, así como de lo que se vive en los colegios que están siendo influenciados por Satanás, quien quiere apartarnos del camino del Señor y sumergirnos en la impiedad.
Mi mayor deseo y oración es no perder lo que, por su infinita misericordia, he adquirido del Señor en este tiempo; quiero permanecer en Él recibiendo su gracia y fortaleza, así como los pámpanos en la vid. “Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer”. Juan 15:5. Anhelo seguir llevando una vida en santidad y obediencia, agradando al Señor.
También quiero agradecer a todos ustedes, hermanos del Colegio Hebrón, por el gran esfuerzo, dedicación, fidelidad, paciencia y diligencia; gracias a ustedes y a su entrega en esta obra muchos niños y jóvenes hemos sido bendecidos. Cada hermano, en la actividad que realiza en el Colegio, aporta grandes bendiciones para esta obra, construyendo así un gran arca de refugio para preparar una simiente santa para Jehová nuestro Dios.
Que la gracia, fortaleza y sabiduría del Señor esté sobre ustedes y les continúe guiando en esta obra al servicio de Dios.
Dios les continúe bendiciendo cada día más y más.
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